lunes, 28 de abril de 2008

Martillando Nueces en la cocina



Terminabamos de almorzar, a Camila y a Mercedes les dió por comer nueces, asi es que agarraron un martillo y comenzó el desastre, sobre ese piso pisado por los seis pies que transitamos esa cocina, que a su vez unos caminan Belgrano, otros vienen de Palermo y otros de Caballito. Yo no podía dejar de registrar el momento. Mamá: si las chicas se enferman que conste que tu embajadora acá les avisó.

Sufro de "Tromposis"




Ayer fui a almorzar a la casa de mi hermana, fui con otra de mis hermanas, comimos un vacío como hacía meses no comía, estaba tiernísimo.. Yo me sentía bien, a pesar de lo mal que me había sentido la anoche anterior. En una repisa, nunca las había visto, mejor dicho: nunca había prestado atención, siempre estuvieron ahí, encontré un intento de colección de pequeñeses. Muchas, varias . Entre ellas un par de trompos. Creo que alguna vez en mi vida, de chica, había intentado hacer girar a alguno, pero eran esos que tenían hilos, a mi me ponían muy nerviosa no lograba dejarlos girando.... por ese motivo, mis ganas morían en el primer intento. Ayer, luego del almuerzo en la casa de mi hermana, jugué un rato con ellos. Daban miles, millones, incontables vueltas hasta que se caían hacia algún costado. Descubrí lo divertidos que son y aveces en las vueltas lo parecida que soy. Eso me llevó, siempre dentro de mi, a pensar en la noche anterior. Logré hacerlos girar, inclusive sin hilos. Pobre trompo, si no hay alguien que active esa función suya pierde su razón de ser. Yo pido perdón por las vueltas que aveces doy y a la vez me siento afortunada, porque viéndolo desde el mundillo de los trompos, en verdad estoy agradecida cuando pienso que hay alguien que me haga girar, sino ya hubiese estado extinguida.